Perdona… ¿La Personalidad?

El caché social es hoy más poderoso que la propia personalidad; a la cual anula, o incluso extingue, la deriva significativamente a un segundo plano haciendo de ella algo, digamos “artificial”. Como si se tratara de un organismo transgénico, el ADN social sustituye al natural, recombinando y multiplicando los seres con dicho carácter, pero al contrario que en biología, el fin no es un beneficio a corto-medio plazo. El desenlace es catastrófico. Nos estamos convirtiendo en seres tecnológicamente dependientes, y esto está afectando a las relaciones interpersonales. Raro es mirar a nuestro alrededor y no encontrar a alguien con un móvil en la mano; en cafés, por la calle, en el metro, en casa al lado incluso de tu pareja… La excesiva comunicación deriva a una incomunicación.

Ahora bien, ¿por qué necesitamos estar en comunicación constante con nuestra “vida” digital? No soy experto, ni mucho menos en la cuestión, me baso en hechos que observo y constato, por lo que no pretendo dar una resolución empírica a la cuestión.

Considero principalmente, el hecho del mero “cotilleo”. Necesitamos saber qué es lo que hace el otro a todas horas, si va al tal sitio, si viene, lo que hace en casa…La ambición por saber del otro en todo momento; deriva a un proceso de dependencia. Por consiguiente, el aburrimiento es otro de los factores que ayudan a la creación de esa dependencia. Malgastamos nuestro tiempo libre dedicándolo a publicar nuestros “haceres” cotidianos: que si una captura de tal conversación que considero relevante para que aumente aun más mi caché social, que si una foto enfrente del espejo para que se vea que estoy fuerte, o tengo buenos atributos fisionómicos, que si constantes etiquetas exponiendo cómo estoy mendigando el que alguien se preocupe de mí… ¿Necesitamos saber todas esas cosas realmente? ¿En qué mundo estamos viviendo? ¿Qué estamos haciendo?

Es completamente absurdo e irrelevante, pero nos dejamos llevar solo porque el resto lo hace, porque no tenemos una personalidad que lo frene; es completamente “artificial”; ha sido moldeada por  factores externos a nuestro dominio y cuando nos queremos dar cuenta es demasiado tarde. Estamos inmersos en una macrodependencia social.

Todo ello, origina una incomunicación externa al mundo digital. Incluso muchas de las conversaciones que se llevan a cabo en el proceso comunicativo ajeno a ello ¡tienen relación con el marco tecnológico! ¿Has visto tal foto/vídeo que me han pasado por WhatsApp? Anda… ¿No lo has visto? Vuelven los ‘tags’ sobre tu persona.

No tratemos  la moda ahora  de los ‘short movies’ en Instagram o Vine, que colapsan la cronología de Twitter exhibiendo lo que el personal es capaz de hacer en 6 segundos de vídeo. Quedan vistos el ingenio y la estupidez imperantes entre nuestra sociedad. Una vez más demostramos que no tenemos personalidad propia, que nos dejamos llevar como monigotes sociales por las modas que cuatro (cuatro muy listos y con más cabeza que el resto) ponen en funcionamiento en las redes sociales. Actuamos de manera inconsciente, dándoles un protagonismo que no merecen quienes juegan con una inconsciencia cada vez más maleable. Pero nosotros impasibles ante ello, nos dejamos llevar.

Y con ello juegan, como quieren. Nadie va a ir a contracorriente remando por el resto. Tienen absoluta tranquilidad. Saben que estamos sometidos, pero afortunadamente los que lo vemos desde otra postura tenemos la “bendita” y de momento (aunque no sé si de manera efímera, visto el panorama) opción de exponer libremente, lo que el resto por antonomasia asume de manera inconsciente.

2 comentarios en “Perdona… ¿La Personalidad?

  1. Chapó por ti. Decir lo que muchos pensamos y pocos dicen es un símbolo de valentía admirable. Volvamos a la mensajería por carta, a la magia de la espera. A vivir al fin y al cabo, porque a mis ojos, esto es inhumano.

    Enhorabuena.

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